Hoy, la película Batman Forever (Joel Schumacher, 1995) es considerada por los fans del Señor de la Noche como un film mediocre sobre el personaje, en el mejor de los casos; o como una de las grandes aberraciones de la historia del Hombre Murciélago, en muchos otros. Este film respondió a las pretensiones de la Warner Bros de realizar una película sobre Batman más ligera y colorista después de Batman Returns (1992), en la que Tim Burton había mostrado una imagen profundamente oscura y gótica que, a pesar del excelente resultado artístico, no había cumplido las expectativas comerciales de la compañía.
Hoy Batman Forever suele asociarse frecuentemente a Batman y Robin, la insalvable segunda incursión de Schumacher en el mito, hablándose en muchas ocasiones de ambas como un infame díptico sobre nuestro héroe. En justicia, debe aclararse que la primera aún contiene partes aceptables, que en la segunda nos será imposible encontrar. Sin embargo, no es ese el propósito de este artículo, sino el de exponer algunas buenas ideas que se escondían en el guión de la película, guión que fue realizado por los hermanos Batchler (Lee y Janet Scott) y fatalmente mutilado por el director.
Así pues, en dicho guión se nos presenta un Bruce Wayne en línea directa con la anterior versión de Burton, profundamente atormentado y torturado por sus traumas y conflictos internos. En esta ocasión, multitud de recuerdos de su infancia acuden a él constantemente, entre los que destaca un libro de cuero rojo presente en el funeral de sus padres, que resulta ser el diario personal de Thomas Wayne. Bruce recuerda cómo, tras el funeral, escapó llorando con dicho diario entre las manos hasta que, en medio de la carrera, cayó en una de las cuevas subterráneas cerca de la mansión Wayne. Aterrorizado, observó cómo se abalanzaba hacia él la monstruosa figura de un murciélago que cambiaría su vida.
Este Batman es perfectamente definido por una de las pocas frases inteligentes que el personaje de la doctora Chase Meridian, psicóloga a la que Bruce acude, acierta a pronunciar: “¿Por qué ese hombre hace eso? Es como estar condenado, como cumplir una penitencia. ¿Qué clase de crimen habrá cometido para merecer semejante vida de tortura nocturna?” En efecto, este Batman parece ser un alma torturada condenada a vagar entre sombras. Para Bruce, su personalidad como Batman es percibida como algo oscuro y feo, que nace de sus miedos y pesadillas; algo destinado a servirle para ocultar su culpa. Bruce verá su tragedia reflejada en la de Dick Grayson, y se planteará dejar de ser Batman cuando percibe que el joven pretende seguir su mismo camino. Se niega a arrastrar a otros a la oscuridad y la soledad en la que él se encuentra.
La historia avanza como se muestra en la versión oficial de la película, hasta el momento en que los villanos destruyen la Batcueva y Bruce despierta del shock sufrido. En este momento, debería intercalarse una escena clave que dará sentido a todo el film, y que fue incomprensiblemente cortada en el montaje final.
Mientras Bruce contempla atónito la destrucción causada, Alfred cree que es el momento de que su señor se enfrente a sus temores más profundos, y le insta a hacerlo entrando en una misteriosa gruta dentro de la cueva: “Ahí se encuentran todos sus miedos, señor. Puede elegir enfrentarse por fin a ellos o seguir huyendo durante toda su vida”.
Bruce entra en la gruta y, tras un momento de desconcierto, encuentra enterrado el diario de su padre; dándose cuenta de que se trata de la cueva en que cayó cuando era niño, y de que el diario está allí enterrado desde entonces. Al consultar lo acontecido en el último día de vida de sus padres, lee que estos decidieron ir al cine ante “la insistencia de Bruce”. Es entonces cuando por fin su trauma sale a la luz, pues el niño había interiorizado que la muerte de sus padres había ocurrido por su culpa. Nos damos cuenta entonces de que, de niño, cuando Bruce corría desconsolado con el diario, huía de su culpabilidad; y decidió esconder el libro en la gruta, enterrando sus miedos y su culpa de esa manera. De modo que toda su misión como Batman se revela como algo oscuro nacido de ese trauma.
De repente, la imagen de un monstruoso murciélago gigante, representando todos sus miedos, avanza hacia Bruce como lo hizo también cuando éste era niño. Sin embargo, ahora ya no retrocede y llora del horror, sino que le espera en pie y extiende hacia él sus brazos, en símbolo de superación de sus terrores y de aceptación de esa parte de su vida. Por fin ha aclarado la naturaleza de su trauma y ha vencido sus miedos. Ahora su misión ya no será una oscura obra de venganza proveniente de sus temores y sus culpas, sino algo positivo. Por eso, ahora puede aceptar también a Dick en su cruzada y, cuando vence al Acertijo, proclama: “Soy Bruce Wayne y también Batman. No porque tenga que serlos. Ahora es porque elijo serlos”. Esta frase, que resulta insulsa en el montaje final, cobra pleno sentido considerando todo lo expuesto en la escena eliminada. Al final, Bruce devuelve a Chase un amuleto que ella le entregó para que le protegiera de los malos sueños: “Ya no necesitaré esto. Gracias por regalarme un nuevo sueño”. Por fin Bruce ha superado su trauma y las pesadillas no volverán a atormentarle. Al menos, no de la misma manera. En mi opinión, el guión esconde muchos aspectos que podrían haber enriquecido el film de manera extraordinaria y ocultado muchos de sus graves defectos; en un posible digno final para una trilogía fílmica del personaje. Sin embargo, la prioridad del momento era la realización de una película destinada a un público lo más amplio posible, con el objetivo de maximizar los beneficios comerciales de su exhibición y de la venta de merchandising. De esa manera, se prefirió eliminar ciertas implicaciones psicológicas complejas presentes en el guión, con el resultado de un tosco recorte de escenas que hace que gran parte del metraje que sí llegó a la versión oficial pierda completamente su sentido. La posibilidad de ver un grandioso y emocionante relato sobre Batman en el cine se vio ahogada entre la marea de luces de neón de la ambientación de Schumacher. Sólo cabe preguntarse qué habría sido de esta historia si hubiera podido ser plasmada en pantalla de la mano de Tim Burton. Soñar es gratis...
Jorge Gonzalez
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Hoy Batman Forever suele asociarse frecuentemente a Batman y Robin, la insalvable segunda incursión de Schumacher en el mito, hablándose en muchas ocasiones de ambas como un infame díptico sobre nuestro héroe. En justicia, debe aclararse que la primera aún contiene partes aceptables, que en la segunda nos será imposible encontrar. Sin embargo, no es ese el propósito de este artículo, sino el de exponer algunas buenas ideas que se escondían en el guión de la película, guión que fue realizado por los hermanos Batchler (Lee y Janet Scott) y fatalmente mutilado por el director.
Así pues, en dicho guión se nos presenta un Bruce Wayne en línea directa con la anterior versión de Burton, profundamente atormentado y torturado por sus traumas y conflictos internos. En esta ocasión, multitud de recuerdos de su infancia acuden a él constantemente, entre los que destaca un libro de cuero rojo presente en el funeral de sus padres, que resulta ser el diario personal de Thomas Wayne. Bruce recuerda cómo, tras el funeral, escapó llorando con dicho diario entre las manos hasta que, en medio de la carrera, cayó en una de las cuevas subterráneas cerca de la mansión Wayne. Aterrorizado, observó cómo se abalanzaba hacia él la monstruosa figura de un murciélago que cambiaría su vida.
Este Batman es perfectamente definido por una de las pocas frases inteligentes que el personaje de la doctora Chase Meridian, psicóloga a la que Bruce acude, acierta a pronunciar: “¿Por qué ese hombre hace eso? Es como estar condenado, como cumplir una penitencia. ¿Qué clase de crimen habrá cometido para merecer semejante vida de tortura nocturna?” En efecto, este Batman parece ser un alma torturada condenada a vagar entre sombras. Para Bruce, su personalidad como Batman es percibida como algo oscuro y feo, que nace de sus miedos y pesadillas; algo destinado a servirle para ocultar su culpa. Bruce verá su tragedia reflejada en la de Dick Grayson, y se planteará dejar de ser Batman cuando percibe que el joven pretende seguir su mismo camino. Se niega a arrastrar a otros a la oscuridad y la soledad en la que él se encuentra.
La historia avanza como se muestra en la versión oficial de la película, hasta el momento en que los villanos destruyen la Batcueva y Bruce despierta del shock sufrido. En este momento, debería intercalarse una escena clave que dará sentido a todo el film, y que fue incomprensiblemente cortada en el montaje final.
Mientras Bruce contempla atónito la destrucción causada, Alfred cree que es el momento de que su señor se enfrente a sus temores más profundos, y le insta a hacerlo entrando en una misteriosa gruta dentro de la cueva: “Ahí se encuentran todos sus miedos, señor. Puede elegir enfrentarse por fin a ellos o seguir huyendo durante toda su vida”.
Bruce entra en la gruta y, tras un momento de desconcierto, encuentra enterrado el diario de su padre; dándose cuenta de que se trata de la cueva en que cayó cuando era niño, y de que el diario está allí enterrado desde entonces. Al consultar lo acontecido en el último día de vida de sus padres, lee que estos decidieron ir al cine ante “la insistencia de Bruce”. Es entonces cuando por fin su trauma sale a la luz, pues el niño había interiorizado que la muerte de sus padres había ocurrido por su culpa. Nos damos cuenta entonces de que, de niño, cuando Bruce corría desconsolado con el diario, huía de su culpabilidad; y decidió esconder el libro en la gruta, enterrando sus miedos y su culpa de esa manera. De modo que toda su misión como Batman se revela como algo oscuro nacido de ese trauma.
De repente, la imagen de un monstruoso murciélago gigante, representando todos sus miedos, avanza hacia Bruce como lo hizo también cuando éste era niño. Sin embargo, ahora ya no retrocede y llora del horror, sino que le espera en pie y extiende hacia él sus brazos, en símbolo de superación de sus terrores y de aceptación de esa parte de su vida. Por fin ha aclarado la naturaleza de su trauma y ha vencido sus miedos. Ahora su misión ya no será una oscura obra de venganza proveniente de sus temores y sus culpas, sino algo positivo. Por eso, ahora puede aceptar también a Dick en su cruzada y, cuando vence al Acertijo, proclama: “Soy Bruce Wayne y también Batman. No porque tenga que serlos. Ahora es porque elijo serlos”. Esta frase, que resulta insulsa en el montaje final, cobra pleno sentido considerando todo lo expuesto en la escena eliminada. Al final, Bruce devuelve a Chase un amuleto que ella le entregó para que le protegiera de los malos sueños: “Ya no necesitaré esto. Gracias por regalarme un nuevo sueño”. Por fin Bruce ha superado su trauma y las pesadillas no volverán a atormentarle. Al menos, no de la misma manera. En mi opinión, el guión esconde muchos aspectos que podrían haber enriquecido el film de manera extraordinaria y ocultado muchos de sus graves defectos; en un posible digno final para una trilogía fílmica del personaje. Sin embargo, la prioridad del momento era la realización de una película destinada a un público lo más amplio posible, con el objetivo de maximizar los beneficios comerciales de su exhibición y de la venta de merchandising. De esa manera, se prefirió eliminar ciertas implicaciones psicológicas complejas presentes en el guión, con el resultado de un tosco recorte de escenas que hace que gran parte del metraje que sí llegó a la versión oficial pierda completamente su sentido. La posibilidad de ver un grandioso y emocionante relato sobre Batman en el cine se vio ahogada entre la marea de luces de neón de la ambientación de Schumacher. Sólo cabe preguntarse qué habría sido de esta historia si hubiera podido ser plasmada en pantalla de la mano de Tim Burton. Soñar es gratis...
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