12.3.09

LESLIE THOMPKINS: UN POCO DE LUZ PARA UN CABALLERO OSCURO


Tragedia. Venganza. Obsesión. Eso es Batman. El tenebrismo que subyace en su misma esencia y las realidades a las que se enfrenta cada noche amenazan constantemente con llevarle a caer al abismo de la más profunda locura. Es por eso que Batman necesita un contrapunto que le recuerde cuál es realmente el sentido de su misión, que consiga orientar sus fuerzas en el camino adecuado para nunca jamás cruzar la línea. Alfred, Robin, el Comisario Gordon... A lo largo de su extensa historia se han creado muchos personajes con el objeto de cumplir esa función, pero quien mejor ha podido llegar a lo más profundo e intrincado de su alma es, sin duda alguna, la doctora Leslie Thompkins



Dennis O´Neil y Dick Giordano introducen al personaje en Detective Comics nº457 (1976) donde su caracterización es bien diferente a la que estamos acostumbrados en la era moderna. En principio, la doctora no es más que una entrañable viejecilla que consoló a Bruce después de ser testigo del asesinato de sus padres; sin más relación con ellos ni con el pasado del Señor de la Noche. Sin embargo, podemos percibir la trascendencia que para Batman supone este hecho en una muy buena historia que destaca entre las que se venían realizando en los comics en aquellos años. Nos es revelado que, todos los años en el aniversario del trágico acontecimiento, Batman acude a visitar a la anciana, que sigue viviendo en el mismo lugar en que asesinaron a sus padres, ahora consumido por la degradación social y la podredumbre urbana. El nuevo personaje obtiene gran acogida y es rápidamente aceptado entre las más importantes tradiciones batmanianas. La inusual profundidad del relato, que nos muestra el lado más humano del Caballero Oscuro, llama poderosamente la atención de los aficionados.



El impacto de la historia no pasa desapercibido a los guionistas de Batman, que intuyen que el personaje encierra un gran potencial que puede dar mucho más de sí. Es por eso que se decide convertirlo en alguien realmente importante en la vida del Señor de la Noche. En los años ochenta, Mike W. Barr comienza a remodelar al personaje en los episodios que realiza junto al gran dibujante Alan Davis. En su nueva encarnación, Leslie Thompkins es una antigua amiga de la familia Wayne; que no sólo dio consuelo al niño Bruce Wayne la noche en que sus padres fueron asesinados, sino que asumió parte de sus cuidados al quedar huérfano. Pasa de ser una entrañable viejecita inofensiva a una mujer madura de fuerte personalidad y profundo sentido de la justicia social. La doctora conoce además la identidad secreta de Bruce, y se convierte en la persona de mayor confianza a la que puede recurrir el Caballero Oscuro en momentos de profunda tristeza y desesperación. La figura de Leslie representa para Batman la imagen más viva que pueda tener de sus padres, y sus consejos no son sino una voz paternal que evoca fielmente lo que pudieron haber sido las enseñanzas de aquellos.



En 1987, Mike W. Barr es el encargado de dar forma a la miniserie sobre el segundo año de carrera de Batman, someramente titulada Año Dos. Al haber aparecido en muchos de sus anteriores episodios, Barr opta por introducir también a Leslie en el relato. Aquí, la mujer intenta por todos los medios hacer volver a Bruce a una vida normal, y revela su marcada personalidad al no mostrar remilgo alguno en sus críticas a los métodos violentos de Batman. El argumento general, al contrario que en anteriores relatos de Barr, resulta ser una verdadera aberración y un ejemplo de lo que no se debe hacer, con un tratamiento realmente nefasto de la trama sobre el supuesto asesino de los Wayne, Joe Chill. Con el tiempo, la historia se verá acertadamente borrada de la continuidad. Sin embargo, en ella se contaban acontecimientos importantes relativos a Leslie, como la construcción de la clínica Thomas Wayne Memorial, en la que la doctora ejercerá su labor ayudando a los más desfavorecidos. La profunda conciencia social de la mujer le había llevado a rechazar una oferta de Bruce para ubicar su consultorio en el ático del recién construido edificio de la Fundación Wayne, en pleno centro financiero de Gotham.

Leslie Thompkins se ha convertido en un personaje fetiche para Barr, quien tendrá ocasión de volver a tratar a la gran dama en la serie Legends of the Dark Knight, en 1991. Cuando se le ofrece la posibilidad de relatar una historia sobre los primeros años de la carrera del Señor de la Noche, no duda en ampliar un poco más lo que sabemos sobre esta mujer, tan influyente en el alma del Caballero Oscuro. Es así como en “Fe” (Legends of Dark Knight #21-23), somos testigos de la forma en que Leslie se entera de que Bruce Wayne es Batman. En el primer año de actividades del Señor de la Noche, la dama sigue muy de cerca el devenir de su apreciado Bruce Wayne, muy atenta a sus preocupaciones y orgullosa de que, aparentemente, haya seguido una senda adecuada en la vida; a pesar de la tragedia que le marcó en el pasado. El irreductible pacifismo de la mujer le hace ver al por entonces nuevo vigilante como un ente oscuro y perverso que no hace sino perpetuar el ciclo de violencia que lo invade todo. Así se lo transmite a Bruce, quien no duda en proponerse que Leslie nunca conozca el secreto, pues su decepción sería grande. Al final, y en medio de una gran conmoción, ella acabará descubriendo todo y será consciente de que, ahora más que nunca, Bruce le necesita.



A partir de ahora, la intervención de Leslie en el quehacer del Señor de la Noche se hace imprescindible para moderar su actitud. El eterno e irreductible pacifismo de esta gran activista social hará reflexionar más de una vez a Batman sobre los métodos que emplea en su misión, y que la doctora nunca podrá aceptar por muy loable que pueda ser el fin que persiguen. El profundo sentido de la solidaridad y justicia social que Leslie exhibe, ha de servir para recordar a Batman el verdadero objetivo de su misión. La protección y el consuelo de las víctimas por encima de la estéril venganza personal sobre los verdugos.

Es así como, en los momentos de mayor debilidad del Caballero Oscuro, Leslie estará siempre disponible para reconfortar la siempre atormentada alma de su querido ahijado. Cuando un terremoto trajo desesperación a la ciudad entera, ahí estaba Leslie para ofrecer a todos su ayuda más desinteresada, y, por supuesto, para proporcionar al Señor de la Noche hasta el último aliento necesario en momentos en que parece inevitable entregarse al desánimo. Cuando en “Bruce Wayne: ¿Asesino?” nuestro héroe es acusado de homicidio, el apoyo moral de Leslie se hará poco menos que imprescindible.

En esa época del comic, muy frecuentemente podrá verse a la doctora en las páginas de la serie de Catwoman. La “felina fatal” se ha erigido ahora en protectora del East End, uno de los barrios más empobrecidos de la ciudad y terreno abonado para que Leslie desarrolle sus actividades de ayuda a los más desfavorecidos. Las dos mujeres acabarán por estrechar lazos e intensificar la mutua colaboración.



Ya en 2004, un nuevo guionista se hará cargo de la serie Detective Comics. Andersen Gabrych llega dispuesto a desmentir las críticas negativas que de antemano le acompañan, al haber accedido al puesto por un supuesto “enchufe”. No encontrará mejor manera de hacerlo que relatando en sus primeros números una historia cuya trama gira en torno a la relación entre Bruce y Leslie. Se presenta en Detective#791-793, y el título es “Madre sustituta”, en principio referido solamente a la trama del guión, pero que obviamente supone una clara referencia a Leslie. El resultado es un arco argumental soberbio, sin duda a la altura de la anterior etapa de Greg Rucka, con momentos de gran calidez emocional que revelan la parte más oscura y a la vez más humana del Caballero Oscuro. Se nos muestran aquí interesantes momentos de la infancia de Bruce Wayne, en que podemos presenciar la gran importancia que cobra el ejemplo de lucha y dedicación de la mujer en la futura personalidad del niño.

En ese mismo año, llega la macrosaga Juegos de Guerra, en la que Leslie Thompkins va a jugar un papel determinante con su clínica como soporte vital del grupo de héroes de la ciudad. Sus actividades dan cuenta de un bastión de irreductible resistencia a la corrupción que asola la ciudad, a pesar de que el hastío de la dama es considerable al constatar como su empeño pacifista flaquea ante la violencia que lo invade todo.



Unos meses después, ahora en 2005, llegará el peor momento de Leslie en toda su historia en el comic, con una de las decisiones argumentales más desacertadas y estúpidas que han podido verse nunca en los comics de Batman. Como secuela a Juegos de Guerra, llega Crímenes de Guerra, una pequeña saga que trata las consecuencias de la anterior. En un giro argumental absurdo, se nos revela que fue la doctora Thompkins quien dejó morir a la heroína Spoiler, en un intento por desanimar a los demás vigilantes de participar en el ciclo de violencia que asolaba Gotham. A quienes hayan seguido las andanzas previas de Leslie, este hecho se les revelará como poco menos que surrealista, pues echa por tierra todo lo establecido anteriormente y arruina a un personaje de vital importancia dentro del mundo del Señor de la Noche. Un irreconocible Batman amenaza a Leslie al final de esta estúpida historia que nunca debió haberse escrito. El guionista Bill Willingham asume la responsabilidad de todo y aclara que no ha recibido presión alguna por parte de DC. Lo extraño es precisamente que los editores no hayan evitado esta incomprensible maniobra comercial, tan llamativa como zafia y de profundo mal gusto. Un perfecto ejemplo de lo que puede ocurrir al entregar al personaje de Batman a autores que no muestran ninguna clase de respeto por la rica tradición del personaje.

La importancia de Leslie Thompkins ha trascendido a otras versiones de Batman en diversos medios, como la magnífica Batman: The Animated Series, en la que, como es previsible, se consigue hacer de la mujer un personaje memorable. En los capítulos en que aparece, se desarrolla más el lado humano del Señor de la Noche, con momentos de notable profundidad emocional realmente extraordinarios en dibujos animados. Precisamente, los episodios en que vemos a Leslie figuran entre los de trama más compleja y adulta, elevando la ya de por sí sobresaliente serie a niveles de auténtica excelencia.



En “Yo soy la noche” somos testigos de cómo Batman comparte con Leslie un momento tan íntimo como el de la tradición de depositar dos rosas en el lugar donde fueron asesinados sus padres. “Llamando al doctor del crimen” nos permitirá conocer importantes detalles del pasado de la doctora junto a los Wayne, además de sumergirnos en una oscura trama en la que el mafioso Rupert Thorne presiona a un colega de profesión de Thompkins para que le salve la vida. La doctora podrá demostrar aquí su valentía y fuerte personalidad que le impiden arrugarse ante las amenazas criminales de Thorne.

Un episodio muy destacable, y que supone sin duda toda una lección sobre cómo desarrollar una historia de Batman, es “Cita en el Callejón del Crimen”. Aquí se nos muestran, con todo realismo y rigor, los más oscuros rincones de Gotham, impregnados de la corrupción que siempre amenaza con arruinar la vida de los más desfavorecidos. Batman y Leslie colaboran juntos para desmantelar un intrincado plan del industrial-mafioso Roland Dagget, que pretendía derribar los hogares de personas humildes para construir un complejo comercial. Los fondos dibujados por el equipo artístico de Eric Radomski consiguen transportarnos a una Gotham City extraordinariamente bien representada, que supone todo un modelo a seguir. La música, melancólica y evocadora, aporta la atmósfera perfecta para un episodio redondo, realmente especial.

El final no podía dejar de ser grandioso, levantando la emoción del espectador con la melancolía que invade a Leslie cuando el Caballero Oscuro deposita una vez más dos rosas en el lugar en que murieron sus padres: “Antes solía vivir buena gente aquí, en el Callejón del Crimen”. No se puede estar más de acuerdo con la respuesta que dará Batman, y es que “Aún sigue viviendo buena gente en el Callejón del Crimen”.

Por Jorge González Román

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