“En el camino de Batman, el más temido luchador contra el crimen, se cruza la extraña y ridícula figura de El Pingüino, el hombre del paraguas. Su rostro jovial parece indicar buena voluntad, pero bajo la sonriente máscara hay una mente maligna”. Así introdujo Bob Kane al Pingüino en el número 58 de Detective Cómics, allá por el mes de diciembre de 1941. Y aunque entonces nadie lo suponía, es un villano que ha permanecido muy presente en los casi 70 años de vida de Batman. ¿Cuál es el motivo de esa longevidad? Que es diferente a los demás miembros de la inigualable galería de villanos de Batman. Es de los pocos que no está loco, que sabe perfectamente que está utilizando su inteligencia para fines criminales, que no tiene traumas infantiles o venganzas que perpetrar. El Pingüino es como es porque quiere y porque puede serlo.
En su primera aventura, el Pingüino era un asesino a sangre fría que todavía no tramaba sus planes con una base ornitológica. Poco a poco, comenzó la evolución que garantizó su supervivencia a lo largo de tantas décadas. Lo que sí tuvo claro Kane desde el principio, es que debía ser un adversario temible para Batman a pesar de cómico aspecto físico. Caló muy pronto entre los fans y fue, junto al Joker, el villano más reconocido y recurrente de la primera década de vida de los mitos batmanianos. Pero con la llegada de los años 50, esa popularidad se esfumó. Los contenidos de ciencia ficción y fantasía más amable arrinconaron a la mayoría de los villanos clásicos. El Pingüino fue uno de ellos. En casi diez años, sólo se le vio tres veces en el cómic.
Pero con la llegada de Julius Schwartz, las cosas empezaron a cambiar. Poco a poco, le fue dando protagonismo a esos personajes clásicos. El Pingüino había vuelto. No con demasiada fuerzas, pero al asomar tímidamente la cabeza captó la atención de los productores de la serie de Batman de 1966. El Pingüino se convirtió en uno de los villanos principales de este show de estilo camp. Y eso hay que agradecérselo, sin duda, a la interpretación de Burguess Meredith, quien años más tarde recuperaría la popularidad con su papel en la saga de Rocky. Su divertida recreación del Pingüino convenció a todo el mundo, con su graznido característico y sus peculiares andares. Y añadió un elemento que no estaba hasta entonces en el personaje: su carácter mujeriego.
La batmanía que generó la serie no bastó para darle al Pingüino en el cómic el papel dominante que tuvo en la mitología de Batman en los años 40. Hubo que esperar hasta 1977, hasta que apareció la versión del mágico tándem formado por Steve Englehart y Marsahll Rogers, con las bases que ya había puesto tres años uno de los hombres que mejor ha comprendido a Batman en toda su historia, Denny O’Neil. El Pingüino seguía desplegando un arsenal de paraguas, mantenía todos sus rasgos físicos iniciales, pero poco a poco iba tornándose en un personaje más serio y profundo, en definitiva un villano más temible. Las convencionales apariciones en las poco afortunadas series de dibujos animados de aquellos años (incluso llegó a tener presencia en Scooby-Doo cuando Batman se colaba en ella) no mermaron estas historias serias en el cómic.
Aunque ya tenía más presencia, lo cierto es que nadie parecía tener claro qué hacer con el Pingüino, cómo adaptarle a los tiempos modernos. Y Tim Burton llegó al rescate. De cara a su segunda película sobre el héroe de Batman, Burton escogió como villanos a Catwoman y al Pingüino. Pero lamentaba la poca base psicológica que tenía el personaje. En realidad, decir poca era casi un eufemismo. Ningún guionista se había preocupado hasta entonces de ahondar en el origen de esta figura. Batman vuelve fue el primer intento serio de hacerlo. Y Danny de Vito, el actor bajo el impresionante maquillaje, contribuyó a esta visión. “Ha sabido crear a un personaje que no es humano ni animal, sino una terrorífica combinación de ambos”, dijo Burton de él.
A partir de aquí, DC Comics sí mostró interés en profundizar en el Pingüino antes de convertirse en el villano que los fans conocían desde hace cinco décadas. Oswald Chesterfield Cobblepot, que así se llama en realidad el personaje, tuvo una infancia compleja. Los demás niños se reían de él por su aspecto físico, y no pocos abusones se aprovecharon de él. Su madre le protegía en exceso, hasta el punto de obligarle a llevar siempre un paraguas que le evitara la muerte por neumonía que sufrió su padre. Su familia provenía de la alta sociedad, y por eso mantuvo siempre esas ropas distinguidas, el frac, el sombrero y el monóculo. Su inicio en el mundo del crimen fue precisamente para mantener el alto nivel económico de la familia.
Si la psicología del personaje en Batman vuelve había calado en el cómic (aunque el origen no era el mismo), el aspecto físico de Danny De Vito, parcialmente basado en el blanco y negro de ‘El gabinete del Doctor Caligari’, condicionó la apariencia del Pingüino en la serie de animación de 1992 (por presiones de Warner Bros.). Ese Pingüino, con la voz de Paul Williams no fue uno de los mejores personajes de la serie, pero funcionó bastante bien en algunos capítulos, al contrario de lo que sucedió en la más reciente interpretación animada, la de The Batman (con voz de Tom Kenny), que entre sus virtudes cuenta un exquisito manejo de las artes marciales que se antoja bastante improbable en el personaje que conocemos desde hace casi siete décadas.
¿Qué le deparará el futuro al Pingüino? ¿Cuál será el siguiente paso en su evolución? Es difícil de decir, pero lo que es seguro es que, más pronto o más tarde, volveremos a saber del Pingüino, el único pájaro que no sabe volar.
Para la sección de la web Arkham
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