Difícil lo tenía Christopher Nolan (Memento, Batman Begins, El prestigio), después de que con Batman Begins resucitara cinemátograficamente al otro gran icono de DC, de volver a dar otra vuelta de tuerca al personaje del atormentado defensor de Gotham.
Y con El Caballero Oscuro lo ha conseguido. Pero no a través del personaje principal (que en esta película no ejerce como tal), sino a través de la constelación de personajes secundarios que le dan al film en ciertos momentos, una pátina de tragedia clásica. Entre ellos destaca poderosamente el papel del Joker, que magistralmente recrea Heath Ledger (El Patriota, Destino de Caballero), y que a buen seguro le valdrá, a título póstumo, una nueva nominación al Oscar al mejor actor secundario.
El Joker de El Caballero Oscuro es repelente y atractivo a partes iguales.
Atractivo, porque el caos, al igual que las llamas de un fuego, siempre ejerce una extraña fascinación. Repelente por su desprecio más absoluto por la vida humana. Atractivo, porque las mejores líneas del guión son para el Joker: "¿Plan? ¡Yo no tengo planes! Planes tienen la policía y el alcalde. Yo soy como un perro que ladra detrás de los autobuses. Si los alcanzara no sabría lo que hacer". Repelente por la lógica de la locura de muchas de sus afirmaciones. Atractivo cuando narra la primera versión del por qué de su cara. Repelente cuando cuenta la segunda.
Y eso es lo más inquietante del film, a pesar de mostrar sin tapujos la falta de moral del Joker (antológica la escena inicial del atraco), uno no puede evitar la corriente de simpatía que despierta. En ese aspecto, Heath explora infinitamente mejor que Jack Nicholson (que sólo buscó el lucimiento con su arsenal de muecas) esa dicotomía moral que plantea el Joker: la fascinación del mal.
Y brillante también es el otro personaje secundario nuevo de esta entrega: el fiscal Harvey Dent/Two Face (Dos Caras), interpretado por Aaron Eckhart (Erin Brockovich, El Núcleo). Este personaje, preñado de ideales y buenas ideas, los cambia por ira y venganza cuando es golpeado por el infortunio. Es la ejemplificación de la genial última frase del Joker: "La locura es como la gravedad, sólo hace falta un empujón".
La otra gran pregunta que la película deja sobre la mesa para que el espectador medite sobre ella, y que me resulta especialmente interesante, es: ¿hasta qué punto es moral y legítimo que un héroe, en aras de nuestra propia seguridad, transgreda la ley? ¿Hasta qué punto debemos dar la espalda a esos deslices? ¿No corremos el riesgo de no poder parar cuando así lo deseemos?
La metáfora con la atemorizada sociedad americana es obvia. Si renunciamos a nuestros derechos, no seremos capaces de recuperarlos.Y con El Caballero Oscuro lo ha conseguido. Pero no a través del personaje principal (que en esta película no ejerce como tal), sino a través de la constelación de personajes secundarios que le dan al film en ciertos momentos, una pátina de tragedia clásica. Entre ellos destaca poderosamente el papel del Joker, que magistralmente recrea Heath Ledger (El Patriota, Destino de Caballero), y que a buen seguro le valdrá, a título póstumo, una nueva nominación al Oscar al mejor actor secundario.
El Joker de El Caballero Oscuro es repelente y atractivo a partes iguales.
Atractivo, porque el caos, al igual que las llamas de un fuego, siempre ejerce una extraña fascinación. Repelente por su desprecio más absoluto por la vida humana. Atractivo, porque las mejores líneas del guión son para el Joker: "¿Plan? ¡Yo no tengo planes! Planes tienen la policía y el alcalde. Yo soy como un perro que ladra detrás de los autobuses. Si los alcanzara no sabría lo que hacer". Repelente por la lógica de la locura de muchas de sus afirmaciones. Atractivo cuando narra la primera versión del por qué de su cara. Repelente cuando cuenta la segunda.
Y eso es lo más inquietante del film, a pesar de mostrar sin tapujos la falta de moral del Joker (antológica la escena inicial del atraco), uno no puede evitar la corriente de simpatía que despierta. En ese aspecto, Heath explora infinitamente mejor que Jack Nicholson (que sólo buscó el lucimiento con su arsenal de muecas) esa dicotomía moral que plantea el Joker: la fascinación del mal.
Y brillante también es el otro personaje secundario nuevo de esta entrega: el fiscal Harvey Dent/Two Face (Dos Caras), interpretado por Aaron Eckhart (Erin Brockovich, El Núcleo). Este personaje, preñado de ideales y buenas ideas, los cambia por ira y venganza cuando es golpeado por el infortunio. Es la ejemplificación de la genial última frase del Joker: "La locura es como la gravedad, sólo hace falta un empujón".
La otra gran pregunta que la película deja sobre la mesa para que el espectador medite sobre ella, y que me resulta especialmente interesante, es: ¿hasta qué punto es moral y legítimo que un héroe, en aras de nuestra propia seguridad, transgreda la ley? ¿Hasta qué punto debemos dar la espalda a esos deslices? ¿No corremos el riesgo de no poder parar cuando así lo deseemos?
En ese aspecto, El Caballero Oscuro, destaca sobre las típicas películas de superhéroes.
En fin, más allá de su extraordinario éxito en las taquillas de USA, más allá del morbo de la muerte de Heath Ledger y toda la presunta leyenda negra que envuelve al film, El Caballero Oscuro es una extraordinaria película.
Paco Tolosa
Publicado originalmente en La Zona Fantasma #3 (especial Batman)
BATMAN 70 ANIVERSARIO PORTADAS